Convidamos
en este nuevo encuentro amoroso con la poesía a Rubén Vigo.
Este
inmenso poeta popular es integrante de la Revista Cultural
Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento de San Luis y también
de la Revista La
Mosquitera de Mendoza. Publicó Denuncia en coautoría con el poeta Juan
de la Maza , también de Mendoza, Editorial Tortitas Caseras, año 2009
Es un
trabajador de la cultura. Comparte espacios de fraternidad y sueña una
revolución epocal. Un hermano de El viento. Un abrazo en el camino.
Poema dedicado a Rubén Vigo
La Soledad
Detrás de cada incierta puerta
año tras año
siempre me espera
la soledad
vestida como nube de algodón
mi soledad sirve café
me observa
y muy atenta
disfruta mis silencios…
en este invierno es especial
mi soledad
ha abierto todas las puertas de mi alma
se entregó desnuda al sol
serenita retoza en el césped del patio
escucha y disfruta
del canto de los pájaros
bebe agua fresca y me convida
me da palabras
yo estoy sentado
en la pradera de sus nalgas
canto con ella
me siento pájaro
vuelo sereno por el firmamento
y llego inmenso hasta la cima
de estos versos…
mi soledad es insaciable
me pide más y más incertidumbres:
¡respirá! ¡salí a pasear!
¡bañáte! ¡ve a trabajar!
¡hacé el amor! ¡sentí!
me llena el bolso y la esperanza
de palabras
así yo… enfrento al mundo…
el telón del amor
se cae y se levanta
la brisa suave
se estrella contra mi alma
y sigo caminando mi destino
de letras solitarias
y manos solidarias…
inmediatamente
me tiento a abrir las puertas
de otras soledades
y vuelvo ha ser
por un momento inmenso
nuevamente pájaro
canto matinal
efluvio
amante insaciable
y llego al puerto fresco
de otras soledades
les cebo un mate
les hablo
les nostalgio
les hago cosquillas en el vientre
las beso y las rebeso
les cuento un poco de mi soledad
y luego marcho…
mi soledad
es muy solicitada
y es etéreamente solitaria
y a diferencia de otras soledades
mi soledad es buena…
me goza
me disfruta
me acompaña…
siempre marchando
con otras soledades
siempre en un puente
rumbo al infinito
siempre en un puerto
donde nadie llega
siempre lo incierto
lo compacto
lo concreto
siempre en los ojos
de los niños tristes
siempre guerrera
siempre protestando
siempre en las marchas
de pan y de trabajo
siempre en un río
cristalino y puro
siempre en los ojos
de mi bienamada
siempre presentes
yo
y mi soledad
Juana Koslay, jueves 16 de julio de 2009, 15: 37 horas
Poema extraído del libro Epitafios de amor y desamor, año 2010
Obra de Ruben Vigo
Abrazos
Se
piensa que el abrazo es un mero saludo, un simple gesto. Que el abrazo es un
acto cordial de amistad, una entrega cariñosa que se da a alguien que lo
merezca, para un conocido basta con un apretón de manos. En fin, se reconoce al
abrazo como una formalidad en las relaciones humanas de los humanos. Pero el
abrazo, en realidad, es el contacto de dos cuerpos que dialogan más allá de sus
dueños. Los cuerpos en el abrazo tienen independencia, una brutal y magnífica
independencia que hace que una vez iniciado ya no respondan a sus mandos
superiores, entendamos con esto, que no nos responden más a nosotros y a
nuestras limitaciones, a nuestros miedos, a nuestro raciocinio. Los abrazos esencialmente
son rebeldes y solidarios, una vez que se despiertan y actúan ya nadie los
detiene. Ellos van solos en busca de alegrías, las generan, las comparten y las
contagian. A mí me ha pasado. Una mañana de hace vaya a saber cuánto tiempo, di
un abrazo, de esos que se deben evitar, según me enseñaron y enseñan las leyes
de la formalidad, de esos donde se percibe el riesgo, un riesgo que viene
frontal, un abrazo determinante, peligroso, sedicioso, un abrazo que llega para
consumar su momento deseado, la unión con el nuestro y por lo tanto la ruptura
del orden. Ese abrazo llegó y se me escapó de control, imaginé que podría
resistirlo, pero el abrazo tomó las riendas de los cuerpos y no había forma de
pararlo. Intenté despegarme, hasta mordí mi hombro, nada, ni sentí el dolor, igual
que si hubiera mordido un hombro ajeno. Ese abrazo de aquel día, de aquella
mañana puso en alerta a mis mandos internos, esos que detienen los excesos, los
que utilizan las palabras: moderar, prudencia, cordura. Ese abrazo me dejó tal
huella de locura que hasta hoy no puedo borrarla. Desde aquel día supe que
existe una frontera donde uno es débil y cede, también aprendí que cierta
debilidad nos lleva a resucitar la esperanza.
Después
el tiempo pasó y aparecieron distintos abrazos, no como aquel, pero importantes.
Algunos de bienvenida, otros para el recuerdo, otros que dejaron una tibieza
especial, ya que se comprende en el instante que no van a regresar por mucho
tiempo, o tal vez peor, que nunca más van a regresar. Hay abrazos que uno
quisiera dar pero el otro cuerpo está lejos, entonces, debemos conformarnos con
la memoria. Hay abrazos de ternura y algunos que son para el olvido. Pero los
abrazos, eso aprendí a lo largo de los años, los abrazos son el mejor diálogo
entre los humanos, con gusto uno arriesga a quedar expuesto ante su acto de
rebeldía. Gracias a ellos nos sentimos menos solos frente al universo. Cuando
estamos unidos con alguien se siente que la vida vale la pena, hay un estado de
libertad y de descontrol que merece ser disfrutado. Durante el abrazo, somos inconscientemente
humanos.
Para
mí, igualmente, de tantos abrazos que llevo entregados y recibidos, me sigue
perturbando aquél que se fue totalmente de mis manos, el primero, a ése le doy
gracias por su vocación de entrega, por enseñarme y por aún repetirse
mágicamente día tras día.
Carajo
que valió y vale la pena el riesgo.
Juan De La Maza, Rubén Vigo, Osvaldo “Chiquito” Tramontina y Leandro Poroyan
Testimonio
La
poesía no conviene
A no dejar entrar a la poesía por
la puerta grande de los humanos. Debemos ponerle trabas suficientes, puertas
infranqueables, y en todo caso, que del otro lado no haya gente, entiéndase
mujeres, hombres, niños.
La
poesía es el motivo de una consecuencia futura, de una problemática que no se
podrá revertir cuando amanezcan seres pensantes, seres que digan, que se
comuniquen con el prójimo.
Debemos
ser precavidos, prestar atención a las manifestaciones de las almas en donde se
encuentren, en las calles, en una plaza, en los bares o por lugares que ellos
denominan teatros. Hay que vigilarlos, suelen parecer seres normales que nos
escuchan y proceden según les decimos, pero la realidad es otra.
Utilizan algo llamado metáfora, y de
eso sí hay que cuidarse, dicen que dicen lo que dicen pero no dicen lo que nos
dicen que dijeron. Hasta hoy, para nosotros es indescifrable este tema, pero
hemos visto que los que escuchan, lagrimean; hay otros que se ríen, y algunos
permanecen en silencio, ni parpadean, quedan tan concentrados que no leen
diarios, ni miran televisión.
Según
nuestros registros, existieron pueblos avasallados por la denominada poesía,
por suerte pequeños. En aquellos pueblos los humanos se comunicaban entre
ellos, como si sus almas estuvieran enlazadas; no escuchaban las órdenes, ni respetaban las obligaciones
que se les imponían; un verdadero caos para nuestros pares de esos tiempos que
les resultaba imposible dominarlos por el bien de todos.
Así
que a estar atentos, en cuanto vean poetas o crean estar en presencia de la
denominada metáfora, cuando les parezca que los humanos que escuchan en sus
rostros demuestran sensaciones parecidas a la alegría o la tristeza, seguro
están en presencia de seres libres, y esto, no es admisible.
JEFATURA DEL COMANDO DEL ORDEN
Construcción
Adherido al asfalto,
sin sombra,
perfecto,
sin sangre,
ni una mancha.
Llueve algo, cae, cae,
quedó espalda al universo,
sin risa,
con mueca,
con ojos de espanto,
inútil
su vuelo de andamio.
El cemento trepa,
parte las nubes,
y llueven hombres.
Dicen del tablón quebrado…,
pero no,
el destino mata.
Dicen de la soga cortada…,
pero no,
el alcohol mata.
La obra no para,
no hay culpables,
tumulto abajo,
miradas, y uno menos.
Llueven obreros,
ayer, hoy y mañana,
llueven obreros.
¡Qué tormenta!
A circular señores,
a
circular,
la obra no para.
Desalojo
Llegó el arrebato,
la ley sepulta al abuelo,
empuja sus muebles,
quiebra sus cuadros.
¡Es la ley, el sillón
y la olla a la
calle!,
golpeó con sentencia
de
intemperie para el anciano.
Tiene el pelo agotado,
tiene un invierno de cuotas,
una hipoteca de llantos.
Rodean al viejo
heladeras, zapatos,
las cucharas del pueblo
al cordón,
los platos al asfalto.
Llegó el arrebato,
rematan las palomas,
vacían el ciruelo,
el viejo no mira,
tiene brazos de niño
y un silencio alejado.
Pero tanto juez
y tanto abogado
no
pueden,
no detienen la lucha
ni los brazos.
Prostitución
Tumba del placer,
hambre,
asco.
Llegan las hienas,
hembra,
hembrita,
niñita de falda,
vidriera fantasma.
Liliana Primera,
reina sin corona,
esquina con piernas.
Pasan los autos, ventanas, labios,
manos, violencia.
¡Señores, a comprar culos,
bocas,
pezones!
Vereda con Liliana Primera,
hembra, hembrita de doce,
remata piel en las noches,
billetes por amor,
flagelo por monedas.
Hiela, nieva, espera,
ya vienen las hienas Liliana,
traen fusiles de caricias,
vienen matando duendes.
Fuente
- Salvo el primer texto
“Abrazos”, los demás textos pertenecen al libro La Hojas Compilación de Testimonios, notas, poemas, cuentos, crónicas varias, de
escritores de la década del 60 y 70 que publicaron en la Editorial Papeles
de Buenos Aires, Ediciones La
Pluma y La
Palabra dirigida por el poeta Roberto Santoro y
escritores que han publicado en la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente
hablando) El Viento dirigida por la escritora Mónica Algarbe y el poeta Luis
Vilchez
-
Archivo de la
Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El
Viento