11 de mayo de 2015

Luis Vilchez - Poesía Periodística (Parte 4) Gabriel Rosales, poeta popular de La Carolina, San Luis, Argentina. Hermano de “El Viento”

Sequía 

(Dedicado al poeta Gabriel Rosales)

El capitalismo salvaje
es y será el enemigo
de los poetas revolucionarios

¡se escuchan pocas voces!

¡pero hay!

Poema extraído del libro “Como si fuera el fin del mundo”, de Luis Vilchez, Libro número quince de la Colección Libros de la Calle. Año 2013.



Es difícil para mí hablar del Gabi sin dejar a un costado los afectos.

Trataré de convidarles al Rosales poeta, militante, docente, hombre, amigo, soñador. Ese que por el mes de mayo de 2004 conocí en una marcha docente, y que panfleteaba su proclama protesta, en un panfleto cuyo nombre se tituló “El Turno De Los Ofendidos” (suponemos que en homenaje al poeta Roque Dalton, referente); dicho folleto comenzaba a distribuirse regularmente (una o dos veces al mes) en las marchas populares de la “Multisectorial del pueblo” que por ese entonces se realizaban todos los miércoles.

Ese que más de una vez compartió un vino y un poema militante y que en un abrazo de guitarra nos hicimos compadres y que escribió en un fragmento de su poema “Calle Adentro”: “gracias amigos por pisarme el pecho / así tan bellamente / y borrarme las huellas / de los que nos pisan la Esperanza / con sus zapatos nuevos”. Ese es Gabriel Rosales, el que nació en La Carolina, San Luis. El que ama a su pueblo y sueña un mundo mejor.

A continuación convidamos un trabajo sobre Poesía Panfletaria que realizo con el poeta puntano Walter Olguín y va también, algo de su extensa obra literaria.


Programa que trata sobre referentes de la literatura de San Luis
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Poesía Panfletaria

Ecos

será esa belleza nueva,
la belleza que crearán ellos,
esa belleza activa que lo arrastrará todo

Juan L. Ortiz

un grito blanco desde el fondo de nuestra historia
¿nos invita a comprometernos?
el tristísimo cadáver de una esperanza rota
¿nos invita a comprometernos?
ciertas basuras cotidianas
¿nos invitan a comprometernos?
el olvido y la memoria, bestias sagradas
¿nos invita a comprometernos?
ciertas oscuridades que circundan los ojos
¿nos invitan a comprometernos?
esta época de sótanos,
de amor a plazo fijo
de pinchazos, de eje roto,
de paloma mojada
¿nos invita a comprometernos?
este mosquear constante en la ventana o límite
¿nos invita a comprometemos?
pero, ¿cuál es el límite,
el punto exacto donde dejamos de ser eso que fuimos
para
ser otra cosa
o simplemente ser?
¿cuál?

mundo virgen de héroes
este de hoy,
abierto a los huracanes de la belleza,
esta belleza bella de andar buscando
hasta encontramos.


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La poesía panfletaria: la promoción de lectura en contexto de lucha social.

Área temática: “La lectura, la escritura y la comunicación oral en la familia y la comunidad.”

I. Contexto de la experiencia y algunas consideraciones

A fines del año 2003 comienza en la provincia de San Luis un proceso de movilización social inédito en su historia reciente. La continuación y profundización de las políticas neoliberales de ajuste y privatización llevadas adelante por el Estado provincial, provocó que a principios del 2004 estallara un conflicto en el que participaron una multiplicidad de sectores de nuestra comunidad. Dicho conflicto se extiende, con menor intensidad y de manera solapada, hasta nuestros días. Las consecuencias concretas de la aplicación de estas políticas de gobierno fueron entre otras: la externación irresponsable de enfermos del hospital psiquiátrico, la amenaza de cierre de las escuelas especiales; el cierre de las instituciones de minoridad y de los hogares de ancianos administrados por congregaciones religiosas, vaciamiento y privatización de Vialidad Provincial; el avasallamiento de la autonomía municipal, intervención autoritaria de las escuelas públicas, derogación del estatuto docente, etc. A esto debe sumarse que poder legislativo y judicial dependen de la familia gobernante enquistada en el poder ejecutivo desde 1983. De todo ello, derivó un conflicto que en su momento más álgido contó con una participación de aproximada de 20.000 personas (mayo del 2004).

En este contexto de movilización surge, a principios del 2004, la experiencia del panfleto de poesía “El Turno de los Ofendidos” que comienza a distribuirse regularmente (una o dos veces al mes) en las marchas que por ese entonces se realizaban todos los miércoles.

El panfleto se constituyó en un vehículo que nos permitió:

 En primera instancia, compartir con quienes marchaban (cada tirada era de 250 ejemplares) la lectura de un conjunto de poetas que a nuestro criterio asumieron desde su obra el compromiso con la poesía y los procesos de transformación político-social.

La lectura de estos poetas en el contexto de las marchas la hicimos intentando resignificar el término poesía panfletaria, mediante el cual tradicionalmente se etiquetaba ( o etiqueta) peyorativamente a estos escritores que ponían “por encima o a la par de su arte” sus opciones políticas.

La distribución de este panfleto generó, en el mismo contexto de las marchas y fuera de este, una pequeña comunidad de lectores. En la actualidad este panfleto se sigue editando, ya con menos frecuencia, y va por su número 20.

 Otra cuestión importante que nos posibilitó el panfleto fue la oportunidad de generar un espacio de escritura. Comenzamos escribiendo en el panfleto solo dos compañeros y a medida que se fueron sucediendo los números se plegaron a la propuesta otros marchistas a publicar sus textos, alrededor de 15 escritores locales (algunos de los cuales se constituyeron como tales en ese momento) publicaron sus poemas en el panfleto.

La escritura desplegada en los diversos poemas del panfleto, y más allá de la valoración literaria que se haga de ella, tendía en la mayoría de los casos a reelaborar diferentes experiencias vividas en el transcurso de las movilizaciones (miedo a la represión, conflictos con los beneficiarios del plan de inclusión, experiencias de las asambleas, etc.) aportando nuevos sentidos para pensar y recrear lo vivido en el proceso de lucha.

 Los puntos mencionados anteriormente acerca de nuestra experiencia nos llevaron a considerar al panfleto de poesía “El turno de los Ofendidos” como una praxis que posibilitó una apertura hacia nuevas experiencias colectivas. A partir de la participación en el panfleto se constituyó el grupo “Poetas de la Marcha”. También se conformó el grupo “Revistas Callejeras” donde confluyeron diversas experiencias político–culturales cuyo denominador común fue expresarse a través de la escritura por un cambio social.

II. Poesía Autoconvocada. Reflexiones acerca de las palabras prestadas.

En nuestra Universidad se repartían panfletos invitando a las marchas. Se nos ocurrió hacer un panfleto de poesía, que si a nadie le interesaba, al menos cumpliera con el propósito de convocar a la marcha. Lo diferente era el lugar desde dónde estábamos convocando: desde la palabra poética.

El “Turno de los ofendidos” fue el título que elegimos para el panfleto. Era una forma de “homenajear” a Roque Dalton que tiene un libro que llamado “El turno del ofendido” (1962). Pero este homenaje era en realidad un hacer presente no sólo a Dalton, sino a toda una tradición poética: aquella que ha estado vinculada con la emancipación social y política de los sectores populares. En ese primer número además de nuestros poemas, publicamos textos de Ernesto Cardenal, Leonel Rugama y Roberto Santoro.

Intuitivamente comprendíamos que la posibilidad de vivir en poesía, como dice el poeta puntano Antonio Esteban Agüero, resulta incompatible con las diversas situaciones de opresión social, económica, política, cultural, de género, etc., ya que estas situaciones impiden a los hombres y mujeres desarrollar plenamente su humanidad. Eran intuiciones. Nuestra reflexión acerca de qué era la poesía y especialmente esto que llamamos poesía panfletaria empezó a tomar claridad mucho más adelante.

Recién en el panfleto número 7, cinco meses después del primero, escribimos en la editorial algo al respecto:

“La Poesía Panfletaria es una búsqueda individual y colectiva de la belleza en y desde la lucha concreta; es una búsqueda constante de la unión entre la ética y la estética, entre la poética y la política. La Poesía Panfletaria no tiene miedo de reivindicar y reinventar el panfleto político como potente y necesario lugar de la belleza .La Poesía Panfletaria es la afirmación de que es posible pensar la vida misma como práctica poética. La Poesía Panfletaria afirma que no hay revolución posible sin tradición y creación.”

El primer panfleto apareció apenas iniciadas las primeras movilizaciones, en marzo del 2004. Tenía un subtítulo que enunciaba “aparece cuando hay marcha.”

La primer editorial de nuestro panfleto fue “prestada”. Utilizamos la editorial de la revista “El barrilete” de Roberto Santoro, redactada en diciembre de 1963. Tomar prestada esta editorial fue como tomar prestada una identidad. A través de esta editorial nos presentamos como sujetos de palabra. De palabra ahora-nuevamente en la calle. Y con esa identidad prestada queríamos diferenciarnos de los “zorros grises de la poesía”, como los llama Santoro, pero también de los que llamamos, y más adelante explicaremos porque, zorros grises de la política. La editorial era la siguiente:

“Nos los representantes de la poesía Argentina, cansados de tantos humanoides, y en la certeza de que si queda alguien afuera se incorporara de todas formas a nosotros, Invocando el trabajo, fuente de toda razón y justicia; ordenados según peso y medida, por orden alfabético y por vocación que no es vacación como creen muchos y a los cuales llamamos zorros grises de la poesía, decretamos el estado de sitio a la mufa circulante, a la revolución de bolsillo, al amor a transistores, a los municipales vedettes de la literatura, a los propagadores del concubinato moral, a los roñosos trepadores, en fin a todos aquellos que habitan inodoros y venden su corazón a los rotograbados. Comemos seis kilos de carne por día, Baudelaire nos guiña un ojo, no somos teóricos por eso trabajamos, trabajamos, trabajamos.”

Tanto la editorial prestada, como el subtítulo propusieron una lectura. Posicionaron al emisor, pero también ensayaron un sentido de lectura para ese lector a medias desprevenido que en ese entonces marchaba a nuestro lado.

Nos parece interesante reflexionar sobre este “sentido de lectura” propuesto porque consideramos que siempre como “promotores de lectura”, y en este caso particular de poesía, nuestra práctica se desarrolla en base a ciertas concepciones o identidades construidas y por esta razón, al igual que toda práctica social, creemos que la promoción de la lectura está lejos de la neutralidad política, el tema está en si somos conscientes, ingenuos, o astutos ingenuos como los llama Freire a quienes desarrollan prácticas sociales “ascépticas” escudados en una supuesta neutralidad valorativa.

En este sentido podemos afirmar que nuestras intencionalidades como promotores, el contexto en el que desarrollamos nuestra tarea y el material de lectura ofrecido a la bienaventuranza del lector implican necesariamente la asunción de una profunda identidad política para nuestra práctica, más adelante aclararemos cual es la connotación específica que le damos al concepto de política.

III. El día que la poesía llegó al palco

Simultáneamente a nuestra aparición en la marcha, comenzaron a circular otras publicaciones elaboradas por grupos de jóvenes independientes: la revista de reflexión política “El Desakatao” y la revista de poesía “Pase y sírvase”.

La marcha se convirtió en el espacio de encuentro de estos grupos. Los poemas publicados por un grupo comenzaron a aparecer en la publicación de los otros. Así fue que decidimos juntarnos y dar lugar a un nuevo espacio que posibilitó el diálogo entre las diferentes experiencias y que se llamó “Revistas Callejeras”. Al principio los propósitos de este encuentro era trabajar colectivamente para financiar las publicaciones y realizar intervenciones artísticas y culturales que aportaran a la lucha contra el gobierno. Lo de la financiación no funcionó, pero respecto de las intervenciones se dieron cuestiones interesantes, especialmente en lo concerniente a la lectura de poesía.

A continuación relatamos una de estas intervenciones que nos resultó especialmente significativa.

Al gobernador de la provincia de San Luis, se lo apoda maliciosamente “tiburón blanco”. ¿Por qué? “porque se come a los hombres”, según la explicación popular. Se trata de una broma homofóbica. Con las Revistas Callejeras retomamos este apodo para realizar la siguiente “performance”:

Nos pusimos de acuerdo en hacer con papeles y alambre un tiburón gigante para llevarlo a la marcha y quemarlo al finalizar el acto. La quema tenía que realizarse en simultáneo con la lectura del poema “Tiburonicidio” publicado en el panfleto nº 9 en Septiembre de ese año. Este poema era de nuestra autoría y estaba inspirado en el libro de Pablo Neruda “Incitación al Nixonicidio y alabanza de la Revolución Chilena”.

La aparición del tiburón blanco en la marcha generó al principio sorpresa y luego la adhesión de los marchistas. Se trataba un forma inédita de protesta, donde de alguna manera aparecía materializado “un decir” popular pícaro y contestatario. Fue una risa. Un tiburón gigante atravesando el centro de una provincia serrana. Un tiburón entre cientos de personas marchando. Y en medio de esa perplejidad graciosa, un grupo de escritores-marchistas repartían panfletos de poesía a otros lectores-marchistas y a cualquier transeúnte desprevenido.

La dirigencia de la marcha, que sabía de nuestra intervención, nos invitó a subir al palco a leer el poema mientras se quemaba el muñeco. Fue una lectura escuchada con entusiasmo. Un silencio ruidoso dispuesto a la escucha del poema. Y luego el aplauso de todos los presentes y los gritos de la multitud que se reconoce en la palabra.

Fue un montaje. Un montaje escenográfico que preparó la escucha.

Acá es dónde la lectura de poemas ante una multitud convocada de antemano para la realización de una acción política entró de lleno en el ámbito de las relaciones de poder.
Cuando las marchas eran numerosas el palco era un espacio que los dirigentes de las distintas organizaciones se disputaron. Tal fue la magnitud de esta disputa, que se decidió para cada marcha elaborar un discurso único que fuera leído por un representante de la Multisectorial elegido para la ocasión.

El palco era el espacio del reconocimiento político de un grupo o un sector social. Era el espacio que permitía afirmar o multiplicar el capital político o social de un grupo. ¿Y ese lector de poesía ahí? ¿Qué hace? ¿Busca un cargo? ¿Está al servicio de la Multisectorial? ¿Busca un lugar en la corte como Virgilio? ¿Está al servicio de la revolución como Bretón?

Subir al palco a leer. Esa acción puso en riesgo a la poesía misma. El riesgo es caer en la lógica de la toma del poder. Lógica de la cual participaron y no pudieron –ni quisieron- escapar las distintas agrupaciones. Es la lógica que terminó desgarrando la movilización social.

Una lógica que afirma que el fin en última instancia es la toma del poder político materializado en el aparato estatal, y que todo lo demás son medios e instrumentos que solo valen en tanto contribuyen a ese fin último. Individuos, luchas, arte, lecturas se convierten en medios de un fin que les es ajeno.

Desde esa concepción política la palabra poética en el palco corre el riesgo de negarse a si misma. Corre el riesgo de volverse panfletaria. Panfletaria, ahora sí en el sentido miserable. La palabra como instrumento de un fin predeterminado. De un objeto inmediato. La poesía panfletaria miserable instrumentaliza el acto de leer. Hace de la lectura una poiesis, una técnica al servicio de algo que le es extraño. Se trata entonces de una literatura al servicio de un programa político-social que instrumentaliza la práctica política, que hace de los sujetos objetos de movimientos estratégicos, de la misma forma que el capitalismo hace de los sujetos “recursos humanos”, es decir, mercancía intercambiable.

Sin duda que las Revistas Callejeras disputamos algo con los partidos políticos tradicionales, con los gremios y las asociaciones civiles presentes en la marcha, pero no era el palco. No era el palco tal como ellos lo conciben, no era el poder entendido como dominación, sino que intentábamos, en la medida de nuestra conciencia e ingenuidad, afirmar otra lógica, otra forma de hacer política y por lo tanto otra forma de leer.

En este sentido y desde esta lógica de poder coincidimos con John Holloway cuando plantea que “Para empezar a cambiar el mundo sin tomar el poder, hay que hacer una distinción entre el poder-hacer (potentia) y el poder-sobre (potestas). Cualquier intento de cambiar la sociedad involucra el hacer, la actividad. El hacer, a su vez, implica que tenemos la capacidad de hacer, el poder-hacer (...) este poder-hacer es siempre social, es siempre parte del flujo social del hacer. Nuestra capacidad de hacer es producto del hacer de los otros y crea las condiciones para el hacer futuro de otros. Es imposible imaginar un hacer que no esté integrado de una u otra forma al hacer de otros, en el presente, el pasado o el futuro.”

Queremos, intuimos, sospechamos (aunque nunca podremos saberlo con certeza) que ese que escuchó el poema y los demás poemas que en otras ocasiones volvimos a leer, haya comprendido que para hacer caer a este gobierno hacen falta también hacer-nacer nuevas palabras, hacer-nacer nuevas prácticas políticas. Y más allá de esto esperamos y en esto cosiste nuestra convicción más firme, que alguno de los dos mil que escucharon el poema, se haya sentido interpelado en lo más profundo de sí mismo. Esta interpelación, esta perturbación que, creemos, genera la palabra poética no se resuelve con la toma del poder, sino solamente se tramita en la construcción de un sentido de existencia. Y este sentido posible, creemos, solo se nos presenta en la vivencia estética mundo.

IV. La marcha como espacio social de lectura y la constitución de una comunidad de lectores de poesía

Consideramos que las movilizaciones que se produjeron en nuestra provincia se constituyeron en un espacio social de lectura. En ellas circulaban panfletos, periódicos, denuncias, discursos, etc. Pero si bien la coexistencia de todos estos soportes de lectura y su lectura en la calle nos permite hablar de un “espacio social de lectura”, creemos necesario identificar al interior de este lo que hemos dado a llamar “comunidad de lectores de poesía”, concepto que nos llevará a desarrollar las regularidades específicas que se dieron con “El turno...” y que hicieron posible, creemos nosotros, la constitución de esta comunidad.

Llamamos Comunidad de Lectores de Poesía al “conjunto de sujetos que comparten un soporte de lectura en un contexto socio – político específico, con una plataforma de sentidos en común y durante un período de tiempo determinado”.

 Los sujetos: identificar los sujetos de esta comunidad es identificar quienes son los posibles lectores. En este caso fueron las personas de los diferentes sectores movilizados: maestros de las escuelas públicas y privadas, empleados municipales, empleados de vialidad, “laicos autoconvocados”, coordinadoras de padres, centros de estudiantes, empleados públicos autoconvocados, partidos políticos, asociaciones civiles, etc. Un total de 64 organizaciones fueron las que convocaron a las marchas, además de los que se movilizaron espontáneamente. Se trataba de una comunidad heterogénea de lectores.

 Soporte textual: Las características del espacio social de lectura en el que desarrollamos nuestra práctica determinó en gran medida el soporte textual de cuál nos valdríamos para realizar las tareas de promoción de la lectura En este sentido podemos decir que, tanto el espacio físico (la calle) como la estrategia de lucha elegida (la marcha) influyeron directamente en que esta comunidad de lectores de poesía se constituyera en torno a un panfleto como medio material de comunicación.

 Plataforma de sentidos: cuando hablamos de plataforma de sentidos que hacen posible un tipo particular de lectura nos estamos refiriendo a los supuestos básicos que articulan las diferentes prácticas sociales que en este espacio se desarrollan. Este sentido compartido tiene que ver con la pregunta por los fines últimos que orientan la acción. En este contexto la plataforma de sentido está dada por la centralidad de lo político y lo social como significaciones articuladoras de las diferentes prácticas sociales. La marcha logró articular, al menos por un tiempo, las diferentes concepciones de vida, ideológicas, políticas, que a largo plazo corresponden a proyectos incompatibles, y que sin embargo probablemente por la coyuntura lograron establecer un acuerdo.

Los panfletos de poesía, como no puede ser de otra manera, comparten esta plataforma de sentido, pero a su vez, guardan ciertas especificidades características del discurso poético. En este punto queremos hacer alusión al aporte específico que el texto poético realiza a la constitución de esta comunidad de lectora. La característica particular de este tipo de textos, que lo diferencian de los géneros no literarios, reside en la multiplicidad de sentidos que posibilita el ejercicio de su lectura. El sentido no esta preestablecido claramente en el mensaje (como sería en el contexto de la marcha un discurso político por ejemplo) sino que es una construcción entre el texto y el lector, el poema es resignificando desde la experiencia del lector, el lector es interpelado en su experiencia íntima por el poema; pero esta operación de lectura al darse en un contexto particular con la plataforma de sentidos antes mencionada acota o restringe las lecturas posibles del poema, en este caso la lectura se realiza desde una predominancia de los sentidos políticos, pero estos, al mismo tiempo y en una relación dialéctica, son formados, deformados y transformados por el poema.

 Período de tiempo: La comunidad de lectores para constituirse como tal necesita de una continuidad en el tiempo, de una cierta regularidad. Los panfletos fueron repartidos desde Marzo del 2004 hasta febrero del 2005 con una frecuencia promedio de dos por mes, y creemos que esta frecuencia aportó a la consolidación de un vínculo entre lectores y escritores. Para justificar esta conclusión nos basamos en lo observado en el transcurso de las marchas, donde mientras la gente caminaba leía los poemas, las devoluciones orales que nos hacían de los mismos, los correos electrónicos aportando textos y/o comentarios, etc.

La regularidad no se dio solamente porque nosotros sacábamos los panfletos, sino también porque las marchas contra el gobierno fueron también constantes. Los distintos sectores confluyeron en un mismo escenario y con ciertos objetivos generales que los unían. Se puede decir también que la marcha constituyó a un espacio d consolidación de un “sujeto colectivo político” que encarno lo que en ese momento se llamó La Multisectorial. Este colectivo antes no existía antes, se constituyó ahí mismo. Entonces, la comunidad de lectores poesía se da en relación estrecha con la constitución del colectivo político y el espacio social de lectura del cual forma parte.

V. Conclusiones

En el desarrollo de estas reflexiones hemos recurrido a palabras que por lo general se mantienen ajenas a las prácticas de promoción de lectura: poder, política, poder-hacer, marcha, panfleto, etc. y es que nuestra intencionalidad en un principio no fue propiamente la “promoción de lectura” sino que fue otra: invitar a la marcha y a la vez compartir con los marchistas los poetas que nos movilizan a luchar por un mundo más justo. Y en ese invitar y compartir para luchar es que aconteció la promoción de lectura. Sostenemos con Paulo Freire que cuando hay continuidad entre la lectura de la palabra escrita y la lectura del mundo ocurre, tiene lugar esa práctica profunda que es la lectura de la palabra-mundo. Lectura de la palabra mundo que es también acción sobre el mundo, acción que genera nuevos sentidos. ¿Nuevos contratos sociales de lectura?

Pero, en el caso específico de la palabra poética, rica en significados y connotaciones diversas ¿Cómo puede haber contrato de lectura si no hay nada que cumplir, si un lector puede abandonar su lectura definitivamente sin culpa ni cargo?

Nos hacemos estas preguntas cuando volvemos a mirar esa primera editorial que comienza “Nos los representantes de la poesía argentina...” y vemos que en ese momento Roberto Santoro recrea, resignifica ese contrato social que constituye a los hombres en sujetos de ley, en sujetos de derecho. Y cuando el poeta resignifica la norma ¿qué hace? ¿Transgrede la ley? ¿La ofende?

Probablemente crea sentidos de ley. De una ley que nadie puede hacer cumplir por la fuerza, una ley sin artículos claros, de mandatos que son un misterio. Se trata de otra forma de instituir la vida.

Regular la vida, en eso consiste la política. Pero soñarla, recrearla, buscarla, asumirla con el pensamiento y el cuerpo, con la conciencia y la inconsciencia es tarea de la poesía. Ambas praxis, poética y política, hacen de nuestra vida biológica una vida humanizada.

De ahí que para pensar la promoción de lectura o mejor, la promoción de nuevos contratos de lectura, sea necesario, pensar nuevos contratos sociales. Si aspiramos a conformar mediante nuestras prácticas de promoción una comunidad de lectores, de profundos lectores del mundo y de la palabra escrita, entonces también debemos conformar una comunidad de iguales, sólo diferentes en cuanto al carácter de “signos indescifrables”.

Recorrido ya un camino nos preguntamos ¿Qué sentidos provocó leer poesía en el contexto de una marcha? ¿La vida poética puede ser un proyecto social, una nueva forma de regular las relaciones sociales?

Seguramente muchos de los sentidos que provocó el panfleto “El turno de los ofendidos” fueron articulados por los lectores con la centralidad de la plataforma de sentidos más amplia de ese momento. Pero a su vez, sospechamos, estos sentidos generales deben haber sido resignificados por la palabra poética. Y en este caso la experiencia de lectura de poesía no se cierra ni se acaba en la inmediatez de la urgencia política, sino que continúa más allá de ella.

El panfleto de poesía sin duda fue leído en clave política, y en esta lectura se alentó al logro de un objetivo concreto: que caiga el gobierno, pero también se da que la acción política es poetizada, y entonces la trasciende, o mejor, la profundiza, porque la lleva hasta el plano donde lo que está en juego es la condición humana. En ese caso, lo que está en juego no es que caiga tal gobierno, sino el de construir una existencia humana más plena.

Título: La poesía panfletaria: la promoción de lectura en contexto de lucha social.

Resumen

Durante el año 2004 en la ciudad San Luis se desarrolló un proceso de movilización de los distintos sectores sociales contra las políticas neoliberales implementadas desde el Estado provincial.

En este contexto de lucha se concretó una iniciativa de promoción de lectura de textos poéticos: el panfleto de poesía “El turno de los Ofendidos”, que retomó la tradición de la poesía militante latinoamericana y de ciertos autores universales cuya escritura estuvo comprometida con los movimientos de emancipación popular.

Estos panfletos que fueron repartidos gratuitamente en las marchas multitudinarias del 2004, lograron establecer una comunidad de lectores que fueron integrando a su práctica política la experiencia estética de leer de poesía.

La difusión constante y sistemática de estos panfletos fue generando al interior de la marcha un espacio de “socialización de la palabra poética” a partir de ciertas manifestaciones concretas: la producción de textos elaborados por los propios “marchistas”, la lectura en voz alta durante las movilizaciones, la edición independiente de libros y revistas de producción individual y colectiva de autores cuya palabra aparece entramada con el proceso de movilización social.

Poesía de Gabriel Rosales

Poema

cuando la luz no es una opción
y la oscuridad una promesa fértil
llega el Poema como otra primavera
sobre la piel del mundo
ahí donde el olvido no es posible
donde la ceguera es epidemia entre los vivos
aparece él sin que lo llamen
bandera de humo
pájaro absurdo
caballo desbocado
empujando sin fe sin esperanza
el carro de la vida
rey Mago Pobre
obsequiando las únicas las últimas
palabras que no empalabran
pequeñas iluminaciones
que tienden sus redes de Misterio
sobre el miedo del mundo.

Poeta

de realidad hace palabras
de palabras realidades
imposible ladrón
de lo que fue
peregrino desnudo
de una fe inútil
péndulo loco
buscando lo Sagrado en cualquier parte.

Calle adentro

caminados por las Calles
que supimos andar o desandar
somos un pedacito de tierra apisonada
en el polvo del tiempo
gracias Amigos por pisarme el pecho
así tan bellamente
y borrarme las huellas
de los que nos pisan la Esperanza
con sus zapatos nuevos
y ya que estamos en la misma senda
ustedes que saben de amor y desamor
¿dónde está la huella de la que se fue,
la de los pies livianos como el azúcar?
y díganme compadres
¿han de venirme otros pies que marquen con su ritmo
alguna nueva danza?
¿acaso somos la definitiva espera
de alguna huella nueva?
¿somos, fatalmente, las huellas que nunca nos rozaron?
no hace falta que contesten
sé que los amigos no ofrecen respuestas pero escuchan preguntas
gracias Compañeros por dejarme su huella
por cruzarse en el rumbo de mi vida,
de los que Andan a la Par
han de ser
los caminos del porvenir.

Fuente

- Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento www.revistaculturalelviento.blogspot.com.ar

- www.luisvilchezpoeta.blogspot.com.ar

- Panfleto del Turno de los Ofendidos

- La poesía panfletaria: la promoción de lectura en contexto de lucha social Gabriel Rosales y Walter Olguín

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