16 de septiembre de 2015

Por Luis Vilchez - Emilio Fernández Cordón, la belleza y la palabra - Poesía Periodística (Parte 23)


Viajero (Poema deificado a Emilio Fernández Cordón)

Viajando sin un peso en el bolsillo
me voy poniendo viejo

como si fuera un caminante
enamorado de la lluvia

me caso con los ojos
de la mujer que amo

y me abrazo a las lunas
de sus pechos de seda

palpito desventuras en medio del camino
de un país que nunca supe 

y voy cayendo
en las trampas de la historia

ya me envolvieron muchos
en un paquete de regalo

con destino a la basura
de un mundo de insanos

esos falsos gobernantes
que encontré en el dedo a dedo

de dos mundos
que la ruta me brindó

pero resisto
soy un hombre nuevo

llueve
pero la lluvia no ha borrado / las sendas de tu cuerpo

y yo / pájaro / vuelo / sin rumbo
ni destino

sentado en un costado de la ruta
escribo este pedazo de memorias

no hay prisa
corazón

este caminante / viaja lento... pero llega

deberé tatuarme el alma con tu rostro... para no olvidarte

Poema extraído del libro “Como si fuera el fin del mundo”, Ediciones Libros de la Calle, año 2013, Luis Vilchez


  
 El Emilio visitó Juana Koslay en agosto de 2014, vino a participar en los ciclos de Arte y Memoria que realizamos con la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) “El Viento”. Un año antes el poeta había publicado unos relatos cortos en la revista. Toda una alegría poder gozar de tan bella obra literaria. Toda una felicidad indescifrable poder convidarla a nuestros lectores. Solo nos faltaba conocerlo personalmente para culminar una amistad de mar. Así fue.

   Se lo veía muy contento de estar de paso por San Luis y fue una gran satisfacción conocerlo a pesar de que se notaba muy enfermo. Decaído. Como si fuera este paso por las sierras puntanas una despedida. Sentimos que él tenía mucho afecto por la poeta mendocina Mariela Zobin (integrante de la revista) y que por ella había viajado a nuestro abrazo – cosa que agradecemos infinitamente- .

   Un par de meses después falleció. La gente se muere – es cierto- pero esa costumbre pesa, sobre todo cuando se va –en nuestro caso- un poeta.

   El escritor nació en el departamento de San Martín, Mendoza, desde pequeño, fue un lector apasionado. Estudió abogacía en Córdoba, luego de un breve paso por las aulas de medicina. Después de andar por caminos diversos, siempre con el sueño de ser escritor alborotándole sus cielos, tomó la decisión y se dedicó en exclusivo a la escritura. “Sé acabadamente que la vida no tiene sentido. Y que es inevitable intentar darle uno. Por eso, antes de que se me fuera sin, en plena mitad de mi adolescencia, apenas pasados los cuarenta, me lancé a contar...” dice en su libro “Cuentos para matar... el tiempo”.

   “Uno escribe con la infancia, con la memoria -selectiva, claro-, con sus sueños, su cultura, sus éxitos y sus fracasos, con sus pesadillas, dolores, desgarros y duelos. Uno escribe con lo que es. Con lo que tiene en el inconsciente. Con sus amores. Y con sus muertes. Uno escribe.” Infiere en una entrevista. En la misma, más abajo: “No podría vivir sin escribir. Es una pasión, una vocación, una obsesión, una pulsión, un desafío, un compromiso y una apuesta. Un profundo ejercicio de libertad, un sueño, un vivir muchas vidas además de la propia. Y un remedio para todos los males. Escribir salva.”  Ante la pregunta del para qué escribir, responde: “Para vivir, para exorcizar demonios y pesadillas, para comunicarme. Para decir lo mío. Para intentar conmover, estremecer a alguien, tan siquiera a uno solito. Para que me recuerden mis hijas y nietos. Para cambiar el mundo. A pesar de saber que ningún libro lo cambió, aunque algunos lo hicieron mejor.”

Obra de Emilio Fernández Cordón

   “Vacaciones fantásticas” es uno de esos, de los que ayudan a embellecer el mundo.
El protagonista, Luciano, es un niño mendocino, que viaja, junto a algunos de sus compañeros de la escuela, a la mítica Villa Las Luces, localidad montañesa, presente en varios cuentos de el emilio. El chico, desde la cama del hospital pediátrico, detalla a su papá, que vive en España, las vivencias de sus vacaciones mágicas. Y lo hace con un lenguaje accesible, pero pleno de poesía.
El relato de Luciano muestra mucho más que una aventura. En él aparece lo fantástico que está presente en nuestra cultura –nada de supermanes, ni brujas medievales, ni dragones chinos-. Exalta la amistad, la solidaridad, el respeto a las nuevas organizaciones familiares. No desdeña la tecnología, al contrario, la imbrica con las tradiciones propias de la región. Deja deslizar, sin  alusiones explícitas ni panfletarias, el respeto por la naturaleza. Y por supuesto, además de las correrías, se habla del amor.
La cálida narrativa, que entretiene y conmueve, se enriquece con las bellas ilustraciones de la artista plástica Laura Rudman Belmes.
“Vacaciones fantásticas” es un libro que encanta a niñas y niños de todas las edades. Un material imprescindible, si se pretende bucear en la literatura hecha en Mendoza.



El sueño de los pájaros

   A los cinco años, Mora tuvo con su papá una charla que no pudo olvidar. Había soñado con sus compañeritos de escuela y quiso saber qué eran los sueños. Juan, su padre, con paciencia y usando como ejemplo un álbum de fotografías, logró que la nenita comprendiera. El problema fue al otro día, cuando Mora vio dos gorriones sobre el parral del patio. Y fue corriendo a preguntarle a Juan con qué soñaban los pajaritos. Y siguió preguntando. Nadie, entre maestros, parientes y vecinos, supo qué contestarle.
   Cuando Mora cumplió treinta y cinco años, siendo ya una famosa ornitóloga, logró entender el lenguaje de las aves. Entonces puso aparatos en varios árboles para grabar lo que conversaban los pájaros.   Después, con mucho trabajo, descifró y tradujo las grabaciones. Y, con gran sorpresa, encontró una en la que un pajarito preguntaba: “Papi, ¿con qué sueñan los seres humanos?”.

Hecho en Mendoza en noviembre de 2006.
Publicado en febrero de 2007 en el libro:
“MI LIBRO –Tercer Año - Primer Ciclo - EGB”.
De la DGE. Mendoza.

Mago, el héroe de los gatos

   Mago era un gato común y corriente y, como a todos los gatos, le gustaba salir por las noches a jugar y correr por los techos de las casas. Como era muy bonito, negro y con manchas blancas en la nariz, tenía muchas novias y los otros gatos, de puro celosos nomás, no le hablaban ni lo saludaban. Una tarde, Mago perseguía un ratón por la vereda cuando vio que un auto venía muy rápido y podía atropellar un gatito que cruzaba la calle. No lo pensó ni un segundo y, saltando como un mono y corriendo más veloz que una liebre, empujó al minino con sus patas, salvándolo. Pero, en la maniobra, no pudo esquivar las ruedas del coche que le pisaron la cola dejándolo desmayado de dolor en mitad de la calle. Juan Gabriel, el niño dueño de Mago, llorando y pensando que su querido gato había muerto lo alzó y lo llevó, entre sus brazos, al veterinario. Una semana después, Mago ya estaba de vuelta en la casa de Juan Gabriel pero había un problema: no tenía cola.  Como estaba quebrada en muchas partes no habían tenido otro remedio que cortársela y más que un gato parecía un conejo. Pasaron los días y Mago no quería salir, le daba vergüenza porque creía que se reirían de él. Hasta que una tarde oyó que lo llamaban a maullidos. Brincó por la ventana y se encontró con que todos los gatos del vecindario lo aplaudían y lo felicitaban porque era un héroe que había arriesgado su vida por salvar un gatito. Desde entonces, Mago, el gato valeroso, es el gato más popular del barrio y sigue teniendo muchas novias. Y, ahora, también muchos amigos.  

Hecho en Mendoza en noviembre de 2006.
Publicado en febrero de 2007 en el libro:
“MI LIBRO –Tercer Año - Primer Ciclo - EGB”.
De la DGE. Mendoza.

“Querido papá:
Me dijo mi mamá que estás preocupado porque te enteraste de que estoy internado en este hospital. Pero no estés triste, estoy lo más bien. Y muy contento con las aventuras que vivimos en las vacaciones, y porque encontramos fantasmas y muchas cosas más.
Mi mamá me dijo que, para entretenerme, podía escribirte una carta, o muchas. Le pidió permiso al médico que me atiende y le contestó que bueno, que si quería te escribiera, así que, una de las enfermeras que me cuidan, me trajo esta computadora portátil con la que te estoy escribiendo. Es finita y liviana, me contó el doctor que es de su hijo que se fue a vivir a Canadá y que me la presta y que la cuide mucho. Claro que la voy a cuidar mucho, es muy linda. Me cuesta encontrar las letras pero igual me gusta. Además, me dejan sentar en la cama para escribir y puedo ver por la ventana lo bonito que está el final del verano porque se va pintando todo de amarillo. Y también las hojas en los árboles y las hojas caídas en el jardín de afuera del hospital. Y también veo los pajaritos y las palomas y, más lejos, las personas que andan con su vida por la calle. Y los autos.
Mi mamá me dijo que vivís en España que queda en Europa. Y que tenés una esposa nuevita, y chica como una muchacha, que está esperando un bebé que va a ser mi hermanito. Ojalá cuando salga de la panza de su mamá salga sano y muy lindo. Después que salga, sacale una foto y me la mandás así lo conozco. Algún día voy a ir a España a conocer a mi hermanito y a su mamá tan chica. Y te voy a dar muchos besos. Y a él también. Y a ella también.
Mi mamá se ha puesto de novia con un señor muy bueno que se llama Abelardo, pero le dice “Gordo” porque es un poco bastante gordo. Trabaja de profesor y es muy simpático y me trae libros para leer en el hospital. Que me gusta mucho leer libros de aventuras y también de poesías que me regustan las poesías de palabras bonitas.
Me acuerdo de que, cuando vivías con nosotros, con mi mamá y conmigo, siempre estabas leyendo un libro o una revista y también mi mamá lee libros y revistas y por eso debe ser que me gusta tanto leer y que todavía hay muchos libros en mi casa de nosotros.
Lo que no me gusta...”
Fragmento del libro “Vacaciones fantásticas”

“Querido papá:
Me gustó mucho que me llamaras por teléfono, menos mal que en la habitación hay uno que es blanco. Claro, vos no viste el color. Pero no gastés tanta plata de España, escribime y listo. Qué bueno que tu esposa española, que se llama Mercedes, esté de lo más bien y también mi hermanito, que recién me doy cuenta que va a ser español. Ya les voy a decir a los chicos que voy a tener un hermano español, y ellos no. Y no te pongás triste por mi salud que ya te dije que estoy muy bien y muy cómodo en este lugar.
Bueno, el primer día de vacaciones paseamos por toda la Villa. Y en el arroyo de agua fría había como mil vacas que iban a tomar agua del arroyo y se metían en el agua y no tenían frío porque el cuero que tienen es como un abrigo. Y hacían mucho ruido gritando “Muuu”... “Muuu”... “Muuu”..., que el maestro dijo que se dice mugir. Y había unas vacas bebés que tampoco tenían frío y andaban todo el tiempo detrás de sus mamás. Y también había dos señores que andaban a caballo y las cuidaban y tres perros malos, muy grandotes y negros, que les ladraban a las vacas y a los toros, que también había.
Nos divertimos mucho cuando una vaca roja y blanca...”

“Y abrí los ojos. Pero no vi a nadie. Y ahí nomás escuché una voz que decía “Luciaaanoo”... “Luciaaanoo”... y me levanté despacito y fui a ver, abrí la cortina de madera de la ventana y vi por el vidrio. Y casi me caigo de sorpresa al suelo. Afuera, debajo del techito de la galería, había una luz más brillante que las estrellas, una luz como de una sombra de fuego blanco y brillante. Y me dio miedo y le iba a avisar al maestro a los gritos, cuando la luz se fue y apareció el Benicio, como si estuviera vivo y vestido camisa a rayitas celestes y blancas y pantalón de yin y zapatillas negras. Y estaba igualito que en la foto que vi en la casa de Don Silvestre, igual de joven muchacho de cuerpo de Superman y pelo largo y de cara linda y marrón. Y me dijo “Hola, Luciano” y yo que “Hola, Benicio” y me dijo vení que quiero hablar con vos y yo que no podía abrir la puerta sin la llave, y entonces pasó algo extraordinario.
Me dijo “No tengás miedo” y...”

Fragmento del libro “Vacaciones fantásticas”

“Esa noche, después de comer, la seño Cordelia se dio cuenta de que la Julieta, que siempre es muy delicada porque es flaquita y muy blanca con miles de pecas por todos lados y siempre falta mucho a la escuela por enferma, estaba ardiendo de fiebre, así dijo. Y fueron la seño Cordelia con el señor Lorenzo en el auto de él, que costó mucho que arrancara porque es requeteviejo, y la Julieta a ver si el médico de la Aldea Ecológica podía atenderla. Y los demás nos acostamos en el pastito y nos pusimos dele que ver las estrellas tan bonitas y tan brillantes y estábamos mirando para arriba que la Guillermina estaba acostada al lado mío y de pronto le tomé la mano, haciéndome el tonto que miraba las estrellas, y no dijo nada y ni sacó la mano, y estuvimos mirando el cielo hasta que volvieron los del auto y me arruinaron la noche.
Al final, la Julieta solo estaba empachada y la señora Pepita que sabe curar el empacho la curó con una cinta diciendo palabras calladas...”


“Estábamos muy bien y la Guille sacaba fotos de todo lo que veía y, de pronto, llegaron unas nubes negras muy gigantes que taparon el cielo y escuchamos más de cien truenos, y los mayores se asustaron mucho, que venía tormenta, dijeron, y que nos fuéramos. Y cuando levantamos el picnic ya llovía mucho.
Me acordé de Don Silvestre que había dicho que siempre está cambiando el tiempo en la montaña. Y fuimos bajando que nos mojábamos y no veíamos por el agua de la tormenta y seguían los truenos, y el Agustín que le tiene mucho miedo a los truenos se puso a llorar y también la Julieta y la Sofía y el Tiago, y después todos lloraban como niños. Yo no. A mí me gustan las tormentas y mojarme de la lluvia.
Eran tan negras y gordas las nubes que parecía de noche y no se veía casi nada. Y caminamos y caminamos los cerros de vuelta, y los chicos y las mujeres iban llorando y gritando, y el maestro gritaba más que todos que nos agarráramos de las manos y de pronto empezó a correr mucho viento y todo se volaba, y parecía una película de miedo en que los niños van a morirse todos.
Caminando en la lluvia y en los truenos, íbamos llegando al puente de palos y todo el mundo gritaba menos yo...”


“Ya estábamos cerquita del arroyo río y el maestro gritó que tuviéramos mucho cuidado, y que había que esperar que bajara el agua para cruzar o esperar que alguien nos ayudara. Y seguía lloviendo como loco y la Guille no tuvo cuidado, y patinó, y se cayó al agua, que empezó a llevársela con ella, para ahogarla.
Pero yo me hice el valiente, y como soy campeón para nadar no tenía miedo de ahogarme y quería salvar a la Guille, y mientras todos gritaban “La Guiiillee”... “La Guiiillee”... me tiré nomás al agua...”

                                           Fragmento del libro “Vacaciones fantásticas”

Fuente
- www.kallfutrawun.blogspot.com.ar
- Archivo de la Revista Cultural Latinoamericana (Guturalmente hablando) “El Viento”
- www.luisvilchezpoeta.blogspot.com.ar
-www.revistaculturalelviento.blogspot.com.ar

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