Compartimos este interesante trabajo de Cintia González, nueva integrante de la revista Cutltural Latinoamericana (Guturalmente hablando) El Viento, publicación que tengo el gusto de dirigir desde hace 16 años en Juana Koslay, San Luis, Argentina.
Cintia es un ser de luz que ilumina el camino de la palabra jugada y nos llena de energías.
Revistas callejeras (Poema dedicado a Cintia González)
Cuando el poeta se anime a ser poeta
y a repartir sus versos a la gente
poetizando en las marchas populares
su amor y su candor por la poesía
cuando el poeta se anime a ser poesía
sudando las palabras
y discutiendo a incoherentes
poetastros
cuando sus manos abracen la ternura
de una muchacha fresca -de la luna-
y acaricie su cuerpo
con sonetos
yo ya estaré escalando un tibio verso
luchando -criticando- construyendo
en la penumbra gris
de una oxidada revista callejera
Poema extraído del libro "Poemas de amor para una olla vacía", Luis Vilchez, Ediciones Madera y Verso, año 2008)
ENTRE LIBROS Y HOMILIAS: LA EDITORIAL PATRIA GRANDE Y LA DIFUSIÓN DE CONTENIDO POLÍTICO RELIGIOSO A TRAVÉS DE SUS COLECCIONES ENTRE 1973 Y 1976
Por Cintia González
Universidad Nacional
de Quilmes
GonzálezCintia23@gmail.com
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo, se inscribe en el proyecto de investigación El orden de lodiverso. Un estudio sobre las colecciones argentinas en los años sesenta, iniciado en 2011 y renovado para el periodo 2013-2015 a partir de una ampliación del marco temporal, intenta rescatar el devenir de la editorial Patria Grande entre 1973 y 1976, a través de la reconstrucción de la comunidad que la ha conformado y de las colecciones que han publicado en dichos años.
Esta empresa cultural de orientación católica emerge a principios de 1973 con elobjetivo de crear una revista de evangelización popular independiente. No obstante, la coyuntura política nacional comenzó a presentarse poco propicia para una publicación de este tipo, acelerando la decisión de apostar por los libros.
A partir de entonces, y ante la decisión de propulsar publicaciones sobre dos
líneas de trabajo distintas: una política y otra religiosa, la editora cooperativa PatriaGrande adoptó posiciones bien definidas, respecto a dichos abordajes. Para elloinicialmente intentaré revisar sus comienzos, sus vínculos, su funcionamiento a fin de comprender por qué decidieron publicarse colecciones con estas características y no otras.
En una segunda instancia me he encargado de pintar un breve panorama político religioso, que permita comprender, que la mayoría de las decisiones y los posicionamientos de esta empresa, responden al diálogo que ha existido entre Patria Grande y su época.
LOS ORÍGENES DE PATRIA GRANDE
La editora Patria Grande nace a principios de 1973, más precisamente un 14 de abril; si bien, la idea de crear una empresa cultural independiente ya había sido concebida con anterioridad, aquel día se formalizó. Su aparición estuvo vinculada con un proyecto pastoral impulsado hacia 1970 desde la Parroquia de San Cayetano perteneciente al barrio de Liniers; el padre Guillermo Rodríguez Melgarejo, – recientemente nombrado sacerdote de la Parroquia, y futuro director de la editora Patria Grande- se propuso publicar una revista de evangelización popular cuyo nombre seria Pan y Trabajo. La concreción del proyecto se materializó un 7 de agosto de 1970, en una tirada de ochenta mil ejemplares, y aunque las ventas saciaron expectativas, no llegaron a cubrir la inversión inicial.
Tal comienzo no marcó el fin de la iniciativa, puesto que el padre Ángel Sallaberremborde impediría su fracaso a adoptarlo como proyecto parroquial. La Parroquia de San Cayetano garantizaría los recursos necesarios para su continuación pasando a ser titular de la publicación y, designando al padre Rodríguez Melgarejo como su director junto al Pbro. Ángel Sallaberremborde en la función de censor eclesiástico.
No obstante, la bien intencionada obra de salvataje implicó que la identidad de la revista se ligara directamente a la Parroquia de San Cayetano y por lo tanto a la arquidiócesis de Buenos Aires. En consecuencia surgió la idea un nuevo proyecto de divulgación, de carácter popular, que lograra mayor independencia de la institución Iglesia a fin de “trabajar los principios con los que coincidíamos: el humanismo cristiano, y una postura política vinculada en ese momento (…) a la liberación internacional, popular” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014); la revista se llamaría Ceferino e impulsaría la constitución de una cooperativa de trabajo acorde a las disposiciones de la ley 20.337 sancionada el 2 de mayo de 1973; la asamblea constitutiva había sido realizada el 14 de abril de dicho año, los estatutos -
reglamentaciones que regularían la vida de la cooperativa- fueron aprobados y presentados luego ante el INAC (Instituto Nacional de Acción Cooperativa) y, se aseguraron la cantidad mínima necesaria de socios constitutivos, diez personas en este caso.
Si bien uno de los problemas iniciales a resolver era el de los recursos económicos, cuenta Enrique Pochat –uno de sus miembros fundacionales- que el Obispo de la Diócesis de La Rioja Mons. Angelelli, interesado en esta línea de trabajo, consiguió unos fondos para contribuir con la revista Ceferino; tales recursos serían reorientados con posterioridad hacia otras publicaciones.
El gran desafío de la cooperativa era que la mayoría de sus integrantes, tenían otras ocupaciones para subsistir; su participación no les era lucrativa, al contrario les significaba, como afirma Enrique, aportar dinero para cumplir con su obligación de integrar acciones al capital social de la cooperativa. Más al parecer, el conjunto de ideas lo valía por lo cual el señor Enrique Pochat renunció a su empleo en EUDEBA, para hacerse cargo de la secretaria de redacción de Ceferino1.
La expectativa estaba puesta en crear una publicación de interés general, inspirada en el estilo de periodismo popular, del que era ejemplo la revista Así, lanzada por el diario Crónica, a través de la editorial Héctor Ricardo García. Así, contaba con periodistas brillantes, era económica, se imprimía en un color, seleccionaba fotografías que acompañaban la comunicación de la noticia y eran de buena calidad; editada en formato tabloide –práctico para la lectura- no contenía demasiados avisos y sí, por el contrario, mucho material.
Publicaciones con las características previas surgieron tras la aperturademocrática iniciada en 1973; una de ellas fue El Descamisado, vinculada con la Juventud Peronista, y la otra Ya! es tiempo del pueblo, un emprendimiento independiente, comprometido con la causa popular, según E. Pochat.
Pensando en este estilo para Ceferino, un baluarte con el que se contaba era el rico archivo fotográfico de Pan y Trabajo, que además aportó el taller de revelado y la infraestructura de la revista; dos habitaciones en la casa parroquial de San Cayetano, en la calle Cuzco del barrio de Liniers, a las cuales se les agregaría la construcción de un segundo piso en la terraza de la parroquia, al cual se accedía por una escalera sumamente estrecha.
Es interesante pensar aquí –para retomarlo con posterioridad- por qué al quedar Pan y Trabajo, “cooptada” por la estructura eclesiástica, sus mismos impulsores piensan en darle vida a un proyecto más independiente, que sin embargo utiliza la estructura y algunos recursos materiales y humanos que la misma Iglesia aportaba; es decir, se hizo uso de una estructura formal, para motorizar una publicación de carácter autónomo y popular desde una perspectiva religiosa, aún con el aval de ciertos grupos de esta y otras instituciones eclesiásticas2. Otra muestra de esta situación la constituye el hecho de que el domicilio legal de la cooperativa se constituyó en otro lugar: en la calle Esmeralda 1386, casa de la familia Tello en la que vivía el padre Rafael Tello –referente de la teología “de la cultura y el pueblo” (Ghio, 2007: 203) y su hermana Susana; quien fue elegida presidente del Consejo de Administración de la asamblea constitutiva formal celebrada el 14 de abril de 1973.
El año `73, fue bastante particular pues –en lo económico- estalló a nivel mundial la primera crisis del petróleo, que devendría en el cuestionamiento del modelo keynesiano (fundamento teórico del Estado de bienestar) y en la necesidad de restablecer el equilibro económico mediante políticas restrictivas que se enmarcarían en el retorno al librecambio; “este continente [America Latina] fue testigo de la primera experiencia neoliberal sistemática del mundo. Me refiero, obviamente, a Chile bajo la dictadura de Pinochet” (Anderson, 2003), profundamente inspirada en los principios teóricos del norteamericano Milton Friedman.
Recordar la coyuntura político-económico que se manifestaba en el ámbito internacional, parece sumamente pertinente para cargar de sentido el momento fundacional del proyecto; ese 14 de abril en que se celebraba –como hasta hoy- el Día de las Américas, una efeméride con una fuerte connotación “yanqui”, los impulsores primigenios de la editora decidieron bautizarla “Patria Grande” en un intento por resignificar aquel día -que les recordaba la subordinación y la dependencia- haciendo alusión con el nombre escogido, a la esperanza en el despertar y la integración de los pueblos latinoamericanos. Como vicepresidente de la cooperativa fue elegido Eduardo (Tato) Ortega quien pasó a integrarla desde su lugar como colaborador en Pan y Trabajo –así como otras personas también lo hicieron-; cuenta Enrique Pochat, que si bien varios de los colaboradores de Pan y Trabajo, no recibían dinero por escribir en la revista, eran inscriptos en la Caja de Jubilaciones como periodistas de ese medio, realizándose los aportes correspondientes. La posibilidad de acceder al carnet de periodistas, les dio la oportunidad a dos jóvenes socios –Norberto, hermano de Guillermo Rodríguez Melgarejo y Francisco Javier Pochat, hermano de Enrique- de obtener fotos exclusivas de la jornada del 25 de mayo, en que asumió el presidente Héctor Cámpora.
Patria Grande obtuvo también, para su primera publicación, el discurso inaugural del presidente Cámpora –reeditado recientemente al cumplirse 40 años del funcionamiento de la editora-. Una tirada de 10.000 ejemplares impulsada por el sacerdote Justino O´ Farrell -socio de la cooperativa- serviría para probar una publicación masiva a través de los puestos de venta de revistas y diarios “había que probar el circuito general de kioscos, con eso la editorial salía con una opción iba a apoyar el proceso político que se abría” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014); además contaría con la ayuda del padre O´ Farrell para su divulgación a través de la cátedra nacional de Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Con todo Ceferino, nunca seria publicada, el cálculo de los costos conllevó a su postergación y el cambiante clima político se hacia cada vez menos favorable para difundir una publicación con las características pensadas para Ceferino “el periodo 1973-76, en que Patria Grande, aunque no puede sacar Ceferino, no se dan las condiciones, también se enrarece el clima político, sin embargo, ¡toma!, hay una colección”; “en marzo habían sido justo las elecciones estaba por asumir el gobierno de Cámpora, (…) el 14 de abril de 1973 (…) ese día se crea la cooperativa y entonces, después viene mayo… el gobierno de Cámpora, después viene Ezeiza3, viene una cosa complicada (…) no hay posibilidad de lanzar una revista no va a ser factible, vamos a avanzar por el camino de los libros primero” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014).
Y así fueron los libros. La primera colección que he registrado de este periodo ha sido a través de un libro –ya que no he dado con otros pertenecientes a ella- de Iván Illich, America y la revolución cultural publicado el 31 de agosto de 1973 dentro de la serie Nuevos caminos; un libro que compila dos conferencias producidas en el marco del Congreso Pedagógico Nacional de Bolivia, realizado en la Paz entre 12 al 14 de enero de 1970. La introducción a dicho libro fue realizada por Mariano Baptista Gumucio ministro de educación del gobierno revolucionario de Bolivia, dirigido por la breve presidencia del Gral. Juan José Torres.
No obstante, según afirmaciones de Enrique Pochat, esta odisea con los libros se expresó a través de dos líneas distintas. Por un lado, se les presentó la posibilidad de publicar los escritos de Eduardo Pironio, nombrado por Pablo VI en 1969 secretario general de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en Medellín, Colombia; presidente del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) elegido en 1972 y nombrado cardenal en 1976, durante esta misma década también fue fue nombrado cabeza del Obispado de Mar del Plata. Designado presidente del Pontificio Consejo para los Laicos (1984-1996) por Juan Pablo II, Pironio había trabado una fuerte amistad con el entonces presidente de Patria Grande Guillermo Rodríguez Melgarejo y con la secretaria de la cooperativa Celia Bassa –quien solía escribir en Pan y Trabajo bajo el pseudónimo de María Canigó- dado este vínculo Pironio otorgó los derechos para la publicación de sus obras a Patria Grande; “tiene unos escritos interesantes y de mercado seguro” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014). De este modo, habría surgido una de las líneas, la más religiosa frente a otra cargada de un tinte más político. Comenzando con una colección -de la cual E. Pochat no recordaba el nombre- pero que por los libros a los que refería entiendo, que deberían ser en realidad dos colecciones las cuales guardan una lógica de organización interna de los libros constitutivos de cada una de ellas, en la cual se entremezclan obras de cariz más religioso con otras de un contenido más político.
La colección Amanece está conformada por los siguientes libros:
- DIEHL, Luis (1973): Evangelio para el pueblo, la buena noticia de la
liberación
- GUILMOT, Paul (1974): Te estamos esperando Jesús
- O´ FARRELL, Justino (1976): America Latina ¿cuáles son tus problemas?
- FARREL, Gerardo (1976): Iglesia y pueblo en Argentina
- BOSCH-COELHO (1976): Para un servicio social servidor del pueblo
- GUILMOT, Paul: Acuérdate de nosotros Jesús
- GUILMOT, Paul: Quédate con nosotros Jesús
- FARREL-LUMERMAN4: La fe del pueblo
La siguiente colección Esperanza, es en la cual se concentran mayormente los escritos del cardenal Pironio, y está constituida por los siguientes libros:
- PIRONIO, Eduardo: Meditaciones para Semana Santa
- BOASSO, Fernando (1974): ¿Qué es la Pastoral Popular?
- PIRONIO, Eduardo (1974): Reflexiones pastorales sobre el hombre nuevo en America Latina
- PIRONIO, Eduardo (1975): Preparando la Pascua
- CARBONI, Rodolfo: Los valores del reino en la parroquia
- PIRONIO, Eduardo (1976): Pastorales marplatenses I , II, III y IV
- MENAPACE, Mamerto (1976): Un Dios rico en tiempo
- PIRONIO, Eduardo (1976): Pascua de reconciliación
- DIEHL, Luis: Mirando el buen rumbo I, II y III
- PIRONIO, Eduardo (1976): Evangelización y liberación
- CELAM: Iglesia y religiosidad popular en America Latina
- ANGELELLI, Enrique: Encuentro y mensaje poemas
- MENAPACE, Mamerto: Fieles a la vida
- OLIVERA, Bernardo: Contemplación en el hoy de America Latina
- MEJIA, Jorge (2ª ed. 1977): Guía para la lectura de la Biblia
- PIRONIO, Eduardo: Meditación para tiempos difíciles
La edición y puesta en circulación de dichas obras tuvo lugar entre 1973 y 1976, y su límite estuvo dado por la imposición de la última dictadura cívico-militar argentina “cuando llega `76, estos libros ni siquiera son aceptados en las librerías, por ejemplo, America Latina ¿cuáles son tus problemas?, Iglesia y pueblo en Argentina, eran directamente imposibles…no, no se vendían (…) concretamente, a una de las librerías que distribuía los libros de Patria Grande, la librería del Instituto de Cultura Religiosa Superior, que funciona todavía ahora (…) en ese momento le pusieron una bomba” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014). Incluso dentro del área de los libros explícitamente religiosos hubo problemas de censura específicamente en una versión de la Biblia denominada Evangelio para el pueblo; entonces tuvieron que hacer una edición que se llamó Jesús nuestro salvador (1977), en la cual debieron bajarse una serie de comentarios, cambiar algunas fotos que son bastante impactantes y que probablemente uno no se las imagina, hasta verlas, dentro de una versión de la Biblia. La editora llegó a ser denunciada por Antonio José Plaza arzobispo de la Plata activo colaborado de las fuerzas represivas durante la dictadura militar.
Hacia principios y mediados de la década del `70, se puede advertir bastante
publicación religiosa en Argentina, impulsada por varias editoriales tradicionales como Paulinas, Claretiana, Verbo Divino, Don Bosco, Guadalupe; Patria Grande no se propuso –al menos en el periodo abordado- competir en esa área. El espacio que querían cubrir era el de una revista o publicación popular inspirada en el cristianismo, pero con una opción política muy clara: el peronismo. No obstante, las vicisitudes políticas hicieron que pase a ser una editorial católica más, excepto por su forma organizativa.
Como bien he mencionado con anterioridad fue un proyecto impulsado a pulmón “cuando se crea Patria Grande, Pan y Trabajo, se achica como organización legal, o sea no emplea más gente, sino que toma la cooperativa (…) no paga sueldos ni nada pero le concede el lugar de funcionamiento” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014) por otra parte, la cooperativa no poseía imprenta propia, sino que recurría a otras. Aunque lo más complejo parece haber sido el proceso de composición de los libros “hoy el libro lo compone el propio autor, es decir, ya lo escriben en una computadora, viene justificado, entrega un CD…” (E. Pochat, comunicación personal, 27 de marzo de 2014), todo eso no existía entonces; el servicio de composición tipográfica novedoso para esa época implicaba usar una maquina IBM. Luego venia el armado del libro, que se realizaba a través de una técnica denominada fotomecánica la cual involucra una cantidad de pasos menores, todos ellos realizados por la cooperativa para Pan y Trabajo, para sus propios libros y como un servicio para otras revistas entre ellas Familia Cristiana, Ciudad Nueva, etc. Una situación que le dio aire al proyecto fue la opción de tomar la librería Didajé, perteneciente a la facultad de teología de la UCA, lo cual les dio la posibilidad de contar con un público lector fijo, luego tomaron otra librería en Belgrano durante un tiempo. Cuando cesó el contrato con Pan y Trabajo, que se fue a otra casa, Patria Grande alquiló el lugar en donde funciona hasta la actualidad, más precisamente en Avenida Rivadavia 6369.
Esa flexibilidad les permitió mantenerse en pie y lanzar sus propias publicaciones. Ahora bien, ¿las obras de quiénes se editaban? ¿Cómo era el contacto con los autores? Respecto a esta cuestión Enrique Pochat afirma, que en ocasiones se los buscaba y en otras ya formaban parte de la editorial. En el caso particular de Mamerto Menapace, el autor llevó los originales de un libro que ya había presentado en Paulinas, pero que esta editorial había desestimado, Patria Grande lo leyó, se interesó en su obra y a partir de allí entablaron un vínculo que se mantiene hasta la actualidad. Por ese entonces no existía la figura del editor, sino que era un comité editorial el que revisaba los libros que se iban a publicar o no.
EL CATOLICISMO Y SU VÍNCULO CON LA POLÍTICA. ANTECEDENTES
Para poder comprender la lógica sobre la que fueron creadas dichas colecciones, me parece pertinente hacer un breve pero significativo recorrido, por ciertos aspectos de la compleja relación que se ha establecido entre el catolicismo y la política en nuestro país.
Desde la consolidación del Estado nacional argentino, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, el proceso de modernización impulsado por las clases dirigentes argentinas, implicó la promoción de “una legislación que privaba a la Iglesia del monopolio de los principales ámbitos de la vida social” (Zanatta, 1996: 367) el ejemplo más notorio fue la sanción de la ley 1420. Los ideales liberales erosionaron la capacidad que la Iglesia católica poseía para influir en la sociedad, más no rompieron abruptamente con ella pues “representaba un importante instrumento de cohesión y control social” (Zanatta, 1996: 369).
En el transcurso de los años, las expectativas de progreso que acompañaron al liberalismo entrarían en crisis al tiempo que se iban percibiendo las consecuencias de la modernización; partiendo de la falta de participación política en el plano nacional – lograda a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña (1912)-, pasando por la beligerancia en el plano internacional manifiesta en la Gran Guerra (1914-18), llegando hacia la década de 1930 a percibirse de forma bastante clara las desigualdades sociales generadas por el desarrollo económico frente al impacto de la crisis internacional del capitalismo liberal.
La coyuntura puso en jaque la participación política lograda como parte, según Zanatta, de una reacción antiliberal, anticapitalista, anticosmopolita, que se fundiría a la vez con un antisocialismo, en pos de una visión social corporativista “(…) estas tendencias antiliberales surgieron por fuera del ámbito eclesial y de la cultura católica.
No obstante, durante los años treinta, la Iglesia logró articularlas, reorganizarlas y canalizarlas en un proyecto común, cual era la construcción de una nueva cristiandad en Argentina” sobre la base de una transformación doctrinaria progresiva, en la cual es posible reconocer una postura católica frente a la moderna cuestión social derivada del impacto de documentos tales como las encíclicas Rerum Novarum de 1891 y Quadragesimo Anno de 1931.
Ese conjunto de ideas se fue fortaleciendo durante la década de 1930; la actitud benevolente de la Iglesia frente a la nueva situación política le permitió ir ganando posiciones, mientra una generación de jóvenes oficiales iban adquiriendo una nueva visión del mundo (antiliberal, integrista, corporativa, nacionalista, antisemita, autoritaria, antidemocrática) a través del vicariato castrense.
El ejército, asevera Zanatta (1996), comenzó a adquirir las funciones de un
partido católico, que terminaría por imponerse; en los últimos años de la década de 1930, el estallido de la segunda contienda mundial sirvió de catalizador para los conflictos ideológicos locales entre: participacionistas –alentados por EE. UU. y las fuerzas aliadas- y neutralistas –nacionalistas y católicos militantes-. Hacia principios de la década de 1940, finalmente, Argentina se lanzaría hacia un proyecto nacional autónomo frente a las presiones del exterior. En este sentido, firma José María Ghio (2007) que “el golpe de Estado de 1943 intentó la refundación de la Argentina sobre la base de un nuevo principio de legalidad el corporativismo católico”. Precisamente entre 1943 y 1944, se concretó la época de oro del catolicismo militante cuyo ejemplo más nítido ha sido, la imposición de la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas.
Esta escalada hacia la concreción de un poder hegemónico en todos los aspectos de la realidad social, se topó con la aparición de la figura de Perón, lo que significó la división del campo nacionalista católico entre quienes se opusieron al gobierno y quienes lo apoyaron creyendo que tenían las riendas de la situación. En poco tiempo el segundo grupo se vería sacudido –como gran parte de la sociedad argentina- por los acontecimientos del 17 de octubre de 1945 y el nacimiento de un nuevo fenómeno político: “el peronismo”. No obstante la sorpresa, Perón no impuso un distanciamiento con el catolicismo, sino al contrario hizo uso de él con fines políticos, no “pueden negarse los puntos de contacto entre el programa implementado por Perón y la encíclica Quadragésimo Anno (1931), las mutuas referencias a la justicia social, el rol del Estado en la economía y la (…) vía alternativa al capitalismo individualista y al comunismo ateo (Ghio, 2007: 127).
LO POPULAR Y EL PERONISMO. REELABORACIÓN DE ESTA EXPERIENCIA A LA LUZ DE LOS CAMBIOS DE LA IGLESIA CATÓLICA.
Con todo, la buena relación entre la institución católica y el movimiento peronista –ambos con aspiraciones hegemónicas- no se extendió mucho más allá del primer gobierno de Perón (1946-52), de hecho ya desde fines de la década del cuarenta los conflictos con las jerarquías eclesiásticas irían in crescendo “la Iglesia jerárquica, en su conjunto, no comprendió, el ‘fenómeno peronista’. En cambio, el pueblo cristiano, especialmente en sus estratos más humildes, apoyó a Perón con entusiasmo por su política de justicia social, por su proyecto nacional, aunque quedará momentáneamente descolocado y confundido cuando el conflicto adquiriera sus máximos picos de violencia verbal y física (…)” (Pereyra Pavón, 1973: 259), hasta culminar en el derrocamiento del presidente el 16 de junio de 1955. Precisamente Pontoriero (1991) refiere a esta crisis que invadió los espíritus cristianos al citar estas palabras del padre Mujica: “Yo estaba por mi origen de clase, comprometido con la parte más reaccionaria de la sociedad argentina. Recuerdo que cuando derrocaron a Perón, yo que vivía en el barrio oligarca, me fui hasta un conventillo que visitaba en las tardes como seminarista. Al pasar por las iglesias del barrio de los ricos, las campanas batían a júbilo por el golpe de Estado, pero al llegar a las puertas del inquilinato vi escrito con tiza una frase que decía: ‘sin Perón no hay Patria ni Dios, mueran los curas’ ”.
La “culpa del cincuenta y cinco”, según Ghio (2007) envuelta por los aires de cambio impulsados por el Concilio Vaticano II (1962-65), buscó resarcirse a partir de un importante trabajo de rescate del peronismo que permitiera recomponer el accionar de la Iglesia previa concreción de “la Libertadora”; en el periodo que se abre con el golpe –y que puede ser extendido hasta 1973 a raíz del retorno de Perón al país-, una aproximación a “lo popular”, significaba un acercamiento “lo peronista”.
De este modo, es posible rescatar experiencias como la de los curas obreros en Avellaneda, que según Pontoriero (1991) prepararían el terreno para la recepción de las ideas de aggiornamento popularizadas desde el Vaticano por Juan XXIII y Pablo VI “la consigna de la Iglesia era virar hacia el mundo (…) Los hombres con responsabilidad de conducción que habían mirado con desconfianza el mundo y el aire libre, de golpe, son impulsados a salir de la caverna por los reclamos cada vez mas urgentes de adentro y de afuera. Y aquí aconteció lo previsible: los responsables se dividen (Mayol, 1970: 53).
Tanto para el laicado católico –que había crecido luego de 1955- como para la Iglesia este periodo fue de tremenda agitación dado los conflictos surgidos entre el clero y las jerarquías por las distintas posiciones adoptadas ante el proceso de adaptación dela Iglesia argentina a las ideas surgidas del XXI concilio ecuménico de la Iglesia católica; por todo ello se sucedieron conflictos en Mendoza, Córdoba, Avellaneda, Tucumán, San Isidro, Rosario. “En un país donde las vocaciones sacerdotales escaseaban esto era un llamado de atención. La prensa nacional dedicó amplios espacios al tema, sacando a la luz del gran publico lo que comenzó a llamarse la guerra entre ‘preconciliares’ y ‘posconciliares’ ” (Pontoriero, 1991:19). La imposición de Onganiato en 1966, y la radicalización de los problemas sociales, no hicieron más que exacerbar los conflictos en el seno de la comunidad católica permitiendo el surgimiento de agrupaciones tales como el “Comando Camilo Torres”, fundado por García Elorrio en 1967 que servio de antecedente a la aparición del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
El MSPTM según Alejandro Mayol (1970), “un movimiento nacional de sacerdotes cuya característica ha sido el compromiso concreto con los sectores populares en los conflictos sociales”, dominó la escena siguiente en plena consonancia con la Conferencia de Medellín (1968) reunida “para analizar el tema de ‘la iglesia en la actual transformación de America Latina a la luz del Concilio’ ” (Ghio, 2007: 199).
Ambos acontecimientos no hicieron más que impulsar a fuerza de presión el cambio que desde hace tiempo se venía demandando a los sectores eclesiásticos de la Argentina; el cardenal Pironio, secretario general de la conferencia no solo fue uno de los representantes de la renovación posconciliar –desde una visión moderada de la Teología de la Liberación- en nuestro país, sino que entablo estrecha vinculación con el proyecto de Patria Grande otorgándole a la cooperativa los derechos para difundir sus obras.
“El primer documento que la jerarquía católica argentina produjo después de la
conferencia fue la ‘Declaración de San Miguel’ ” (Ghio, 2007: 200) de 1969, según las palabras de Enrique Pochat, miembro activo de la editora desde su fundación, la conformación de la COEPAL (Comisión Episcopal de Pastoral Popular) tras la
Declaración de San Miguel, destinada a impulsar la renovación evangelizadora de la Iglesia católica en Argentina, tuvo una fuerte vinculación con la idea de Patria Grande; de hecho, personajes integrantes de dicha entidad como Justino O’ Farrell, Gerardo Farrell, Lucio Gera, Fernando Boasso, Rafael Tello fueron explícitamente propulsores del emprendimiento y autores de algunos de los títulos publicados por la cooperativa. Cabe señalar, nuevamente, que así como todos los aspectos de la sociedad argentina pos ’55 estuvieron atravesados por “la cuestión del peronismo”, Patria Grande no fue en absoluto ajena a ello desde el momento en que se plantearon la misión de llegar, a partir de la difusión de sus publicaciones, a los sectores más bajos de la sociedad, así como también desde el instante en que decidieron iniciar su actividad apoyando la apertura democrática al divulgar el discurso inaugural del presidente Héctor Cámpora, bajo el titulo Esto hará el gobierno popular.
CONSIDERACIONESFINALES
Efectivamente Patria Grande y sus colecciones entre 1973 y 1976, son el
resultado de una relación dinámica entre las contingencias que rodearon su proceso de construcción y el modo en que fueron aprehendidas por sus miembros constitutivos, generando condiciones de producción particulares que influirían en la elaboración de los libros como mercancía orientada hacia un público determinado dentro de su variedad, así como en la elaboración de los libros portadores y difusores de ideas claramente posicionadas en la realidad del momento que les toca atravesar.
Concretamente la opción por el peronismo en una coyuntura compleja en clave católica progresista, ideas que derivan de otro sin fin de acontecimientos que marcaron la primera renovación de la institución católica argentina la cual rompió con la tradición católica integrista enraizada en la década de 1930.
Finalmente es menester aclarar, que el presente trabajo aún esta en vías de desarrollo y en su devenir pretenderá indagar más profundamente entorno a los vínculos existentes entre la editora y los sectores católicos progresista, a la vez que buscará contribuir en aquellos aspectos concernientes a los estudios de las colecciones y los libros.
1 En este sentido cabe destacar que en 2013 la Editora Cooperativa Patria Grande ha llegado a cumplir 40 años de trabajo.
2 Recordemos nuevamente el capital aportado por el Obispo de la Rioja Mons. Angelelli.
3 Se refiere a la denominada “Masacre de Ezeiza” que tuvo lugar el 20 de junio de 1973.
4 La falta de fechas de edición en algunos libros se debe a que aún no he podido dar con una fuente directa que me permita conocerlas de manera fehaciente; he llegado a los títulos por referencias que se hacen a dichas colecciones en algunas de las obras correspondientes a las series abordadas.
BIBLIOGRAFIA Y FUENTES CONSULTADAS:
Ver en
www.luisvilchezpoeta.blogspot.com.ar
- ANDERSON, Perry “Neoliberalismo: un balance provisorio” en libro: La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. Emir Sader (comp.)y Pablo Gentili (comp.) 2ª. Ed. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. 2003. p. 192. ISBN
950-23-0995-2 [En línea] <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/trama/anderson.rtf>
- CHARTIER, Roger “¿Existe una nueva historia cultural?” en libro: Formas de historia cultural. Gayol Sandra (comp.) y Madero Marta (comp.) Ed. Prometeo Libros, edición 2007, 396 pp.
- DE SAGASTIZABAL, Leandro y ESTEVES FROS, Fernando: EL MUNDO DE LA EDICION DE LIBROS. Un libro de divulgación sobre la actividad editorial para autores, profesionales
del sector y lectores en general, editorial PAIDÓS, Bs. As. 2ª edición (2005), 268 pp.
- GHIO, José María: La Iglesia católica en la política argentina, Buenos Aires. Prometeo
Libros, 2007.
- MAYOL, Alejandro; HABEGGER, Norberto y ARMADA, Arturo. Los católicos postconciliares en la Argentina. Buenos Aires: Galerna, 1970.
- PEREYRA PAVON, Enrique (Dir.): Colección, Perón, El hombre del destino, Volumen II; Oscar Troncoso, Silvio de Santos y Raúl Santana; 1973; Editorial Abril Educativa y Cultural
- POCHAT, Enrique. Comunicación personal, 27 de marzo de 2014.
- POCHAT, Enrique (inédito) “El nacimiento de la cooperativa de trabajo Editora Patria
Grande” (marzo, 2014)
- PONTORIERO, Gustavo: Sacerdotes para el Tercer Mundo: “el fermento en la
masa”/1 (1967-1976), Buenos Aires. CEAL, 1991.
- ZAFERSTEIN, Ezequiel Andrés “Entre los estudios sobre el libro y la edición: el ‘giro material’ en la historia intelectual y la sociología” en INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD. Nº. (diciembre 2013) p. 139-166. ©Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de
Investigaciones Bibliotecológicas (INIBI), ISSN: 1514-8327, ISSN-e 1851-1740 [en línea] <www.filo.uba.ar/contenidos/investigación/institutos/inibi.../n29a07.pdf>
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